jueves, 3 de marzo de 2011

martes, 16 de noviembre de 2010

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martes, 26 de octubre de 2010

INVASIONES BARBARAS



Se conoce como Invasiones bárbaras, Época de las invasiones o Período de las Grandes Migraciones al conjunto de migraciones masivas que se desarrollaron aproximadamente entre el siglo III y siglo VIII de nuestra era en Europa y la cuenca del Mediterráneo, marcando la transición entre la Historia Antigua y la Edad Media que se conoce con el nombre de Antigüedad tardía.


Suele hablarse de varias fases en esas invasiones, correspondiendo el protagonismo de las primeras a los pueblos germánicos (del siglo III al siglo VI), mientras que las últimas corresponden a los vikingos y los magiares, así como a los árabes (protagonistas de la invasión musulmana del siglo VII y VIII, que incorporó a su civilización la ribera sur del Mediterráneo).



POMPEYA



Pompeya fue una ciudad de la Antigua Roma ubicada junto con Herculano y otros lugares más pequeños en la región de Campania, cerca de la moderna ciudad de Nápoles y situados alrededor de la bahía del mismo nombre en la provincia de Nápoles.


Fue enterrada por la violenta erupción del Vesubio el 24 de agosto del año 79 d. C. La moderna ciudad de Pompeya contaba con 25.751 habitantes en 2007 y forma parte de la provincia de Nápoles.






ARTE VISIGODO



Del siglo VI casi sólo cabe mencionar la pequeña iglesia de San Cugat del Vallés, en Barcelona. Aunque muy deteriorada, muestra una planta de nave única que termina en un ábside. Del siglo siguiente son las de San Pedro de la Nave, San Juan de Baños, Quintanilla de las Viñas, cuya traza se repetirá luego en otros templos posteriores pertenecientes al «estilo de repoblación» (mal llamados «mozárabes»), como son, por ejemplo, la iglesia de San Cebrián de Mazote (Valladolid), el Monasterio de San Miguel de Escalada (León), la iglesia de Santiago de Peñalba (León), en el prerrománico asturiano y el románico zamorano. Por lo demás, en esta época se sigue básicamente la tradición paleocristiana en la arquitectura.

No son muchas las construcciones visigodas que subsisten, y de ellas prácticamente ninguna que pudiera contarse entre las grandes realizaciones en los núcleos metropolitanos como Toledo, Sevilla o Mérida. Las que han llegado hasta hoy son, en general, ermitas o templos rurales de segunda categoría. No obstante pueden servir para entresacar algunos de los caracteres propios del arte edificatorio visigodo.

LEYENDA DE LA MURALLA CHINA


Cuenta la leyenda que las tierras de dos familias amigas fueron separadas durante la construcción de la gran muralla. Una de las familias se llamaba Chiang y la otra Meng.

Ambas familias plantaron a cada lado de la muralla una planta trepadora de zapallo. Cuando la planta creciera, treparían hasta la cima y allí se reunirían. De esta unión nació un zapallo enorme y ambas familias se disputaron el preciado fruto. En la discusión acordaron partir el zapallo por la mitad y cada familia se quedaría con una de las partes.

Al partir el zapallo vio que en su interior había una niña preciosa, entonces decidieron llamarla Meng Chiang y criarla conjuntamente.

Esto ocurrió cuando Shih Huang Ti, de la dinastía Chhin decidió construir una gran muralla en la frontera norte para evitar los ataques enemigos. Pero cuando completaron una sección de la pared, esta se desplomó.

Un sabio le aconsejó al emperador inmolar a un ser humano por cada milla de construcción de una muralla de diez mil millas. El emperador siguió su consejo pero los habitantes estaban aterrorizados ya que la demanda de víctimas crecía a la misma velocidad que avanzaba la construcción de la pared.

Otro sabio, viendo que el pueblo estaba atemorizado, sugirió al emperador conseguir un hombre llamado Wan para el sacrificio, ya que la palabra Wan significaba diez mil.

El emperador entusiasmado, mandó a sus soldados en busca de Wan, pero Wan, cuando se enteró que iba a convertirse en la próxima víctima, escapó y se escondió en el jardín de la familia de la hermosa Meng Chiang.

Esa noche, la joven Meng Chiang quiso bañarse desnuda en la piscina bajo la luz de la luna. Mientras estaba disfrutando de su baño dijo: “Si algún hombre me viera ahora, mientras estoy desnuda, yo sería feliz de pertenecerle para siempre”. Wan, que estaba escondido sobre un árbol, no pudo resistir el encanto de la joven Meng Chiang y respondió: “Yo te he visto”.

Así fue como Meng Chiang y Wan se casaron. Pero mientras transcurría la fiesta de bodas, se presentaron los soldados del emperador y apresaron a Wan, dejando a la novia bañada en lágrimas y el matrimonio sin consumarse.

Wang luego de ser apresado fue lapidado entre los bloques de la gran pared.

Meng Chiang, en honor a s esposo, decidió hacer un largo viaje a la muralla en busca de los restos de su marido. Había recorrido muchos kilómetros y no sabía por dónde comenzar a buscar, entonces se recostó contra la pared y desanimada comenzó a llorar. La muralla se apiadó de ella y colapsó dejando ante sus ojos los huesos de Wan, su marido.

Cuando el emperador supo de la intensa búsqueda de Meng Chiang, quiso conocerla. Y, cuando la vio quedó tan prendado de su belleza que le ofreció ser su emperatriz.

Meng Chiang sabía que no podía rehusar semejante ofrecimiento y aceptó pero bajo tres condiciones: Un funeral de cuarenta y nueve días en honor a su marido. El emperador y sus funcionarios debían estar presentes en los funerales y la construcción de un altar de cuarenta nueve pies de alto a orillas del río para que ella hiciera ofrendas a su marido muerto.

Si se cumplían esas condiciones, entonces ella se casaría con el emperador.

Chhin Shih Huang Ti consintió el pedido sin tardanza.

Cuando todos los requisitos se cumplieron, entonces, Meng Chiang, trepó hasta lo alto del altar, y en presencia del emperador, lo denigró ante su corte con un duro discurso por su maldad y crueldad para con su pueblo y luego se arrojó al vacío desde lo alto del altar hacia las barrancas del río, muriendo al instante.

El emperador, en su furia, ordenó a los soldados recoger el cuerpo de Meng Chiang, cortarlo en pedazos y destruir sus huesos hasta pulverizarlos.

LOS HUNOS

Los hunos fueron una confederación de tribus euroasiáticas, muchas de ellas de los más diversos orígenes, unidas por una aristocracia que hablaba una lengua túrquica. Este grupo humano apareció en Europa en el siglo IV, y su máximo exponente fue Atila el Huno. Los hunos fueron llamados bárbaros por los romanos, a los que invadieron entre los siglos IV y V.


Este pueblo de pastores mongoles, de pequeña talla, pero robustos, de costumbres nómades, y muy rudimentarias, organizados en tribus, provenía de las estepas del continente asiático, al norte del mar Negro (región del macizo de Altai) de donde habían tenido que emigrar por la expansión china.

De entre los pueblos que los romanos llamaron bárbaros, fueron los de más primitivas costumbres, tapándose el cuerpo con pieles, alimentándose de raíces, de la caza de animales y frutos silvestres, usando caballos para su traslado, a los que dotaron de estribos, aprendido su uso de los chinos. A su paso arrasaban las poblaciones con espadas rectas, lanzas, lazos, con los que ahorcaban a los enemigos cuando lograban enlazarlos, lanzas y flechas, que partían de arcos compuestos, que les permitían atacar desde varias direcciones.